Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

lunes, 25 de enero de 2016

Brindo por la amistad

“Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta”.
Ralph Waldo Emerson (1803-1882)
poeta y ensayista estadounidense

La amistad es la manifestación de sentimientos y valores hacia una persona con la que coincidimos en intereses, ideales, objetivos y valores. Es poderse comunicar en cualquier momento con la persona amiga a sabiendas que siempre encontraremos respuesta a nuestras inquietudes o preguntas. Los amigos nos traen calor y luz con el brillo de su presencia, nos hacen tomar conciencia de que no estamos solos y ellos consiguen llegar hasta nuestra alma… son un presente de Dios.
En nuestro paso por este mundo conocemos muchas personas y cada una de ellas viene a cumplir un papel en nuestra vida. Todas quedan en nuestra memoria, por un motivo u otro, bueno o malo. Sin embargo, hay algunas muy especiales que te demuestran que aunque pase el tiempo ciertas cosas nunca cambian. Me refiero a esa amiga-hermana. Esa auténtica Amistad implica una comunicación sin fronteras, una comunicación profunda, en donde se respetan los sentimientos mutuamente y, al mismo tiempo, nos podemos abrir y decir todo lo que sentimos. Es por ello que hablar con una amiga resulta tan reconfortante para nuestra alma. La comunicación profunda que existe entre amigas es la que permite “conocernos tan bien” y ese conocimiento tiene sus privilegios y concesiones. Es lo que nos ubica como distinguidas en la vida de otra persona.
Esa con quien andas por todos lados, que te da consejos, que te hace reír mucho, esa a quien le cuentas todo y con quien sientes que eres entendida, esa con quien compartiste la cama en un viaje y no te dejo dormir en toda la noche haciendo cuentos y haciéndote morir de la risa, esa que pasa contigo los momentos más difíciles de tu vida, esa que te llama a toda hora para saber como te sientes y que haces, esa que te abraza en silencio y te siente llorar, esa que te cura con sus palabras y cariño las heridas que otros te hacen, esa que escucha cuando estás enamorada y con quien pasas horas hablando del mismo tema, esa que pide a Dios por ti en sus oraciones, esa que es capaz de entender cuando la dejas plantada por estar con tu enamorado, esa que te dio el consejo correcto pero no la escuchaste, esa que paga las cuentas por ti cuando estás “bruja”, esa que es una buena compañía hasta cuando el plan es ”no hacer nada”… esa es tu mejor amiga, tu hermana. Esa es la persona que te demuestra que la amistad sí existe.

Una verdadera amiga puedes pasarte días sin hablar con ella, incluso sin verla pero más de una vez será tu mejor refugio, la que hará que te levantes mil veces y, les cueste lo que les cueste, te sacarán una sonrisa. Su casa será tu segunda casa y su armario el tuyo. Y son el abrazo más sincero cuando las cosas no salen como una espera.
Insisto, la Amistad sí existe, sólo que tú debes encontrarla (y ser) una auténtica amiga y no vivir engañada con el maquillaje de lo que aparenta esa autenticidad, ya sea en ti o en la otra persona. Ahora recuerdo esa cita de J. Collins, crítico literario inglés, cuando afirmó: “En la prosperidad nuestros amigos nos conocen; en la adversidad nosotros conocemos a nuestros amigos”. Si tenemos verdaderos amigos jamás estaremos solos, en ninguna situación porque sus simples palabras nos darán confianza y nos harán sentir el cariño que nos profesan. A un amigo no se le mira ni por encima ni por debajo del hombro a un amigo se le mira a los ojos. Todo el mundo quiere tener un amigo pero nadie procura serlo.
Por cosas que me pasaron, durante mucho tiempo estuve dudando si realmente existía la amistad verdadera, de hecho dejé de creer en la amistad. Hasta que conocí a la que hoy ya no es mi amiga, es mi hermana. Llegó en un momento en necesitaba esa amiga que me hiciera reír, que me acompañara en todos los momentos, los lindos y los feos, que me escuchara y me entendiera, que me quisiera de una manera tan especial como sé que ella me quiere.
Llevo once años junto a ti, hermanita. Once años yendo a cada cumpleaños, estando en cada mal momento y gritando contigo en cada bueno. Estás en muchísimos de los recuerdos que mi mente atesora con cariño. Me conoces como nadie jamás lo ha hecho, te conozco como tú nunca has dejado a nadie hacerlo. Me has hecho pasar muchos de los mejores momentos de mi vida en estos años. Y en ellos también aprendí que prefería defenderte ante todo y todos que alejarme de tu lado.
Estoy segura que algún día ambas seremos suficientemente fuertes para reír por todo aquello que lloramos. Nunca me he unido a alguien de esta forma. Eres el mayor apoyo que puedo tener. Algunas veces me has dicho que estas en deuda conmigo, pero yo no podré agradecerte nunca la amistad que ambas creamos.
Cuando te conocí pensé algún día seríamos grandes amigas. Yo lo supe y el destino nos unió un tiempo después. Cuando he llorado en silencio tu has visto las lágrimas y cuando tu has necesitado un abrazo yo he estado ya allí antes siquiera de que lo pidieras. Estamos unidas por algo tan fuerte como invisible, y no puedo obviar un sentimiento así. No sé exactamente como nos unimos, fue cosa del tiempo, pero sé que hay cosas que el tiempo une por alguna razón. Somos de las que no se separan nunca y siempre están ahí para ayudarse, de las que están en toda hora y en todo momento.
Te has hecho parte de mi vida, te doy las gracias por todo lo que hemos vivido, las risas, las travesuras, siempre encontramos algo para divertirnos y sacarnos una sonrisa aun cuando estamos mal. Gracias por las salidas y los cumpleaños, las comidas que siempre compartimos, por la confianza que me tienes, por alegrarme las tardes, por quererme tal cual soy, por brindarme el gran corazón que tienes, por lo divertida que eres y por muchas cosas más.
Para mi eres muy importante, eres una hermana y espero que no cambies nunca. Sabes que si necesitas algún consejo o ayuda voy a estar ahí para ayudarte en las buenas y en las malas. Yo te valoro mucho como persona y como amiga, por eso tienes un lugar especial en mi corazón. Ojala que esta amistad nos dure hasta que nos hagamos viejitas. Créeme que si me preguntan que estaré haciendo dentro de 30 años, diría “tomándome un café con mi mejor amiga”. Espero nunca me olvides, siempre me quieras y cada vez que leas esto te haga sonreír y te de la calidez de cada abrazo que te brindo. Te quiero, amiga. No desde siempre, pero sí para siempre.
La familia que tenemos es una sola, la que nos ha tocado, con sus ventajas y desventajas, y esa nunca se pierde. Pero los amigos, ellos son una familia que vamos construyendo para nosotros. A mis amigos los aprecio mucho y valoro enormemente que sean mi familia. Con certeza tienen un lugar en mi corazón. Si el verdadero propósito de la vida es lograr la felicidad, nuestros amigos son un medio indispensable para ello.
Brindo por las amigas que nunca dejan de reírse de los errores, de las que se ríen antes de que abras la boca y de las que se inventan cualquier historia para hacerte reír. Por las que te alegran la vida sin darse cuenta de que lo hacen. Porque a todas les une un hecho tan simple como ser amigas sin haberlo planeado ni elegido. Por las que hablan de la otra con orgullo y las defienden aunque no tengan razón. Por las que saben perdonarse con un abrazo, por las que siempre recuerdan las mismas anécdotas y salen por los mismos lugares. Por las que más que amigas, llegan a ser hermanas. Y se quieren como tales.





lunes, 18 de enero de 2016

Encuentro húmedo

Después de tanto tiempo sin vernos, de pronto, estar así, frente a frente, cuando menos lo esperábamos… corrimos uno a los brazos del otro sin decir nada, sin reclamar nada, sin preguntar nada… solo una cosa importaba, estábamos juntos y con mucho sentimiento desbordándose entre nosotros. Lo nuestro es fuego que se consume en la hoguera de nuestras pasiones, es amor del bueno, es deseos desmedidos, piel que ansía el rose de otra piel, es candela y sin duda alguna estamos a punto de arder de placer...
Comenzamos a besarnos, a acariciarnos, a amarnos de una manera casi desesperada... dando traspiés llegamos al cuarto, nuestras manos trataban de deshacerse de la ropa a toda prisa mientras nuestras bocas seguían unidas en intenso beso. Nos separamos por un par de segundos, el para quitarse más rápidamente los jeans que aun llevaba puesto y yo para deshacerme de lo que me quedaba de ropa... compartimos una sonrisa de complicidad.
Completamente desnudos, volvimos a unir nuestros cuerpos... Sus besos y caricias fluían apasionadamente por todo mi cuerpo, yo le correspondía de la misma manera, gozaba de cada caricia, de cada beso, de cada movimiento... nos amamos con ansiedad, con desesperación. Esta vez la separación había sido muy larga. Permanecimos abrazados cuando la calma llegó... Y entonces entre besos tiernos y miradas cariñosas comenzamos a decirnos lo mucho que nos habíamos extrañado, lo mucho que nos habíamos deseado en la distancia...

En un momento de silencio escuchamos un pequeño ruido entre los dos y comenzamos a reírnos, era su estómago quejándose. “¡Tengo hambre! ¿hay algo en el refrigerador? Huevos, hamburguesas, cualquier cosa estaría bien ¿no?", dijo entre risas y dándome un beso se levantó de un salto para dirigirse a la cocina.Yo sonreí viéndolo salir del cuarto alegre como un niño con un dulce y me sentí feliz, me parecía mentira tenerlo ahí nuevamente.
Me levanté de la cama, envolviéndome en la sábana y me dirigí al baño... sabía que si iba a la cocina con él no terminaríamos de preparar nada de comer como otras veces y yo también me moría de hambre. Abrí la ducha para dejar correr el agua por mi cuerpo... estaba verdaderamente feliz,por fin estábamos juntos de nuevo. Comencé a enjabonarme y a sonreír mientras me deleitaba visualizando mentalmente cada instante de los vividos tan solo hacía unos minutos, cuando escuché la puerta del baño abrirse... sabía que entraría de inmediato cuando se diera cuenta que estaba duchándome y para ser sincera yo lo estaba deseando, una ducha con el siempre era doblemente placentera.
Creo que me leyó el pensamiento por la sonrisa y el brillo de sus ojos. Se puso detrás de mí y sus manos con movimientos suaves comenzaron a recorrerme mientras el agua jabonosa se escurría por mi cuerpo, siguió su juego hasta que pegó totalmente su cuerpo al mío y su boca empezó a jugar con mi cuello. Yo, solo me dejaba llevar por las sensaciones…
Deslizó una de sus manos hasta mi sexo mientras seguía perdido en mi cuello… Ya yo no podía aguantar más, me di la vuelta para buscar su boca... nos besamos y al separarnos ligeramente pude contemplar su miembro en todo su esplendor, me mordí el labio mirándole… sonrió con malicia al notar mi lujuriosa mirada y sin darme tiempo a nada me besó apasionadamente, levantando una de mis piernas, flexiona un poco las rodillas y me penetra profundamente... Mis brazos se aferran a su cuerpo, y con un movimiento rápido me pega a una de las paredes de la ducha... Y ahí, comienza a embestirme frenéticamente, su movimiento brusco y continuo me lleva a otro mundo, el clímax es violento. Su boca busca la mía... sus manos presionan fuertemente, cuando deja de besarme para hundir su cabeza en mi cuello y lo escucho gemir de placer, avisándome que ha llegado también al clímax...
Nos quedamos abrazados, esperando que nuestros cuerpos volvieran a la calma, experimentando, disfrutando aún de ese placer mutuo. Nos separamos muy despacio y nos metemos de nuevo bajo el chorro de agua, mirándonos divertidos, como niños cómplices de una hermosa travesura... Salimos de la ducha y mientras nos secábamos el uno al otro me dijo: “Vamos a comer que me estoy muriendo de hambre”. Envueltos en las toallas nos dirigimos a la mesa donde él había preparado algo sencillo con dos cervezas de esas que nunca faltaban en el refrigerador.
Al terminar regresamos a la cama, pero esta vez para descansar uno en los brazos del otro.
Podría vivir con mi piel enganchada a la tuya y mis manos sintiendo la caricia de tu pelo contra sus palmas, escucharía durante cien siglos las palabras que salen de tu boca y pediría en el último de mis suspiros, poder deleitarme con tu recuerdo sintiéndolo muy dentro de mí hasta la eternidad.

Voy a amarte hasta que las estrellas desaparezcan del firmamento y las hojas de los árboles dejen de caer con la llegada del otoño… el sentimiento que has despertado en mí seguirá perdurando mientras las olas del mar sigan llegando a las costas y el sol siga ocultándose para acompañar al atardecer. De eso no tengo duda alguna.