Ser mujer… primero que nada, es hermoso. Sí, es hermoso,
con lo complicado que resulta. Somos el ser humano mas completo de la creación,
hermanas de la naturaleza, formadoras de talentos desde el amor, siendo madres,
amigas, maestras… y encontrar el delicado equilibrio entre la profesión y el
mundo privado es toda una hazaña. Y aún sabiendo lo sacrificado y doloroso que
es traer un hijo al mundo, disfrutamos de la belleza de ser madres y prestamos nuestro
cuerpo para dar vida a una nueva y hermosa vida.
Nosotras venimos en medias, tacones y pelucas diferentes.
Estamos en todas partes, en la calle, oficinas, playas, templos, espectáculos y
siempre que podemos fuera de la cocina. Los automovilistas nos temen, los
modistos nos odian, los hombres nos adoran, los niños nos necesitan, y las
lágrimas nos protegen.
Lo más hermoso de ser mujer es tener el poder de la
transformación y de la trascendencia de la raza humana. Si bien es cierto que
los hombres hacen su aporte al poner el espermatozoide para la creación de un
nuevo ser, es la mujer quien tiene el poder de transformar ese huevo fecundado
en un ser humano completo, quien se encarga de alimentarlo, de llevarlo en su
vientre hasta el momento del nacimiento y de llevarlo de la mano a lo largo de
su vida para convertirlo en un ser humano íntegro.
Me apasiona todo lo que me embellece. Yo celebro ser
fémina todos los días, no solamente hoy ni esta semana sino siempre. Es una de
las cosas que más disfruto en esta vida, haber nacido mujer. He sabido gozar y
llorar, caerme y levantarme y esto continúa siendo así.
Las mujeres tenemos el don de escuchar y comprender, de
hacer varias cosas al mismo tiempo, ocultar las lágrimas perfectamente, seguir
adelante como se pueda y hacer feliz a alguien con sólo una sonrisa. Sabemos destacar
los pequeños detalles, valorar las pequeñas acciones, así como repudiar y enojarnos
por lo más mínimo, por una palabra mal dicha en un momento inoportuno.
Las mujeres somos el amor tras una capa de pintura, el misterio
tras una mirada y la ternura en metro y medio. Tenemos la astucia del zorro, el
candor de un lirio, la audacia de un tigre, el fuego de un volcán, la pureza de
la nieve, la intuición de cuatro linces, la mansedumbre de un arroyo, la
curiosidad de un gato y la fortaleza del acero.
Como todas las mujeres, amo amar y ser amada
apasionadamente sin motivo de vergüenza alguna pues un ser sin pasión es un ser
muerto en vida. También, he experimentado el lado opuesto de amar y no ser
correspondida y puedo decir de igual manera que he sabido lo que es que me amen
y no corresponder. He sabido limpiar los errores para comenzar desde cero y
salir triunfante comprendiendo que de los errores se aprende pues son lecciones
para que el alma se renueve y se fortalezca. He tenido la oportunidad de hacer
muchas cosas con la libertad de decir cuándo, cómo y con quién lo hago y con
quién no.
Las mujeres somos sensibilidad a flor de piel. Sabemos
tomar la fiebre, llevar adelante un hogar, ayudar a un niño perdido a encontrar
su casa, sonreírle a un bebé al pasar… Y también sabemos ser histéricas; y
querer algo, tenerlo, y después no quererlo más. Sabemos pedirle a alguien que
se vaya, y querer que se quede, llorar de rabia, y guardar silencio… Ser mujer
requiere su esfuerzo, y a veces necesitaríamos días de descanso. Pero sin duda
somos hermosas, aún en esos momentos en que nos preguntamos por qué no nacimos
hombres.
Nos gustan los perfumes, ir de compras, los halagos, las
joyas, las noches de luna y los versos de Neruda. Nos desagradan las visitas
repentinas, la nariz brillante, los ratones, llegar a tiempo a una cita, los
hombres sin rasurar…
Como todas yo he experimentado grandes momentos como
grandes aislamientos, todos resultados de mis elecciones. Pero creo inequívocamente,
luego de tantas desazones, que lo primerísimo que una mujer debe aprender es a
conocerse y amarse a sí misma, aún en momentos de dolor, de incertidumbre, de
malas decisiones, de soledad, de traición, de derrota, de enfermedad como en
las luces de la dicha, de la alegría, del triunfo.
No es lo que está fuera de nosotros lo que esclaviza,
maneja o manipula; es el equilibrio de nuestro mundo interior el que nos
permite romper con cualquier tipo de cadenas, con ese silencio mortal que
paraliza nuestra vida. Por eso tenemos que luchar por conseguir el equilibrio
de nuestro ser integral, y que todo lo que realicemos nos haga sentir plenas y
bien con nosotras mismas. Ser mujer es sinónimo de muchas cualidades innatas,
esto nos hace adquirir experiencia y ser exitosas.
Muchas veces las mujeres somos rudas y salvajes para
defender afectos. Crueles para decir verdades y luchar por ellas. Solitarias e
introspectivas con nosotras mismas, cascabeles tintineantes para disimular
tristezas. Nos sentimos a veces malas, buenas, envidiosas, generosas,
desamoradas, amantes, dañinas, calculadoras, tiernas, estudiosas, perezosas,
honestas, deshonestas, alegres, tristes, enojadas, amables, antipáticas, tímidas,
desinhibidas, egoístas, bellas, feas, gordas, flacas, jóvenes, viejas, histéricas,
locas, etc, etc.
Pero nacimos para dar vida, es nuestro mayor don. Estamos
destinadas a ser luz. Nadie más soporta en silencio un dolor como el del parto
y llora porque se le quemó el asado. Ni se acomoda en un bolso cincuenta
chucherías y olvida la llave de la casa. Nadie más recuerda el color del
vestido que llevaba una amiga años atrás. Ni le dice a una enemiga sonriendo:
¡Que linda te vez!
Disfruto grandemente de mi género, de ser mujer en todo
el sentido de la palabra. Disfruto de mi soledad y de mi compañía y sobre todo,
disfruto de ser mía, de ser dueña de mi propia persona. Amo los días lluviosos
tanto como un precioso día soleado. Los deportes no son mi fuerte prefiero la
música que alimenta mi alma. Me libero de lo que me atrasa aunque me duela y me
nutro de lo que me eleva. Soy cariñosa, malcriada, caprichosa, engreída, algo
loca, ligera de pensamiento, apasionada, traviesa, seductora, sensible, madre,
hermana, buena amiga... 100% Loca, 100% Humana... Sencillamente 100% MUJER.
Ser mujer no es sinónimo de cocinar, lavar, planchar,
esas cosas se hacen por amor a la familia o por necesidad. Ser mujer es abrazar
con el corazón cuando las palabras sobran, amar con todo el ser sin medida y a
cualquier hora. Amar con el cuerpo, con la mirada, con una caricia, con una
palabra. Es muchas veces tener que llorar en silencio, y a solas y no por
orgullo. Es entregarse sin dejar de ser ella misma, ser mujer… es usar todos
los sentidos al mismo tiempo. Sin duda, somos increíbles.
En estos momentos de mi vida estoy bien porque ya he
hecho las paces conmigo misma y me amo cada vez más. Amo cuando río, lloro,
estremezco, vibro, a solas o en compañía. Venero lo que soy por sobre todas las
cosas. Y le doy gracias a los hombres por existir en mi vida, a todos los que
he conocido desde mi padre hasta mi actual pareja. De todos he aprendido
grandes cosas y sobre todo, a descubrir lo bello de su energía masculina,
igualmente los honro. Ambas energías conforman el Yin y el Yang.
Las mujeres somos seres excepcionales y enigmáticos. Sin
nosotras no habría poesía ni canciones, ni grandes hombres, ni razón de vivir.
Ni calor en el hogar ni ternura para el niño. Nosotras somos la mejor creación
de Dios.