Amigos,
son las 3.00 de la madrugada nuevamente y acabamos de llegar a casa. Ahora si
estoy exhausta de verdad, llevo casi dos días sin dormir, afortunadamente, no
ha sido por problemas familiares ni enfermedad, sino por andar de parranda.
Como saben anoche, llegamos casi a esta misma hora de casa de Cary, porque les
dije que era su cumpleaños, y sin querer nos cogieron más de las doce en su
casa.
¡Joder!
Como dice Estela, nos cogieron las 3.30 de la madrugada (que no es lo mismo que
decir que fue más de las doce). En fin, me levanté hoy a las ocho de la mañana
y al mediodía ya estaba en casa de mi hermanita. Como el cumpleaños que
habíamos preparado era una sorpresa para ella (porque no tenía la menor idea),
me tocaba a mi sacarla de casa justo a esa hora para que todos pudieran
preparar las cosas.
A
mi siempre me toca lo peor, así que cuando llegué a buscarla, porque le había
dicho que necesitaba me acompañara a una gestión, me la encontré pegada a la
cocina, preparando un almuerzo para unos amigos alemanes que tenía en casa y
que se iban justamente hoy.
Al
entrar me dijo: “Ni me digas nada, mira como estoy no voy a poder acompañarte”.
Sus hijos estaban que echaban humo, los míos habían ido a buscar un cake que le
había mandado a hacer hace dos días, su hermana estaba esperando mi llamada
para venir y prepararlo todo con los muchachos para darle la sorpresa.
Bueno,
ni qué decirles que ni le contesté, me limité a tomarme un café, fumarme un
cigarrillo y refrescarme de la caminata. Sus hijos me llamaron y me dijeron que
tratara de llevármela, pero ¿cómo hacía? Ya les digo que a mí siempre me toca
lo peor.
Me
refresqué, me fumé mi cigarro y volví a la carga. Llegué junto a ella a la cocina
y muy seria le dije, “mira necesito que tu me acompañes a resolver un problema,
pero si no puedes pues voy sola”. Enseguida me dijo “Espera, de veras eso no
puede esperar”.
Manteniendo
mi seriedad le contesté “No, pero no te preocupes sigue con lo tuyo, me voy
sola, a lo mejor hasta me rompen la cara”. Soltó lo que estaba haciendo y me
dijo “Espera, sola no vas y mucho menos si es serio, aunque no creo que nadie
te rompa la cara, pero no vas sola, deja ver quien termina el almuerzo y voy
contigo”.
Respiré
porque al fin había ganado, se iba conmigo y de esa forma le dejaba el camino
libre a los muchachos para hacer lo planeado. Todo no fue más que una
estratagema para sacarla de la casa, pero me confirmó una vez más que siempre
está conmigo sobre todo si es algo serio.
Salí
a la terraza a coger fresco en lo que ella se cambiaba de ropa y le pedía a su
mamá que terminara el almuerzo. Y qué veo justo allí, a mis hijos que venían ya
con el cake, llamé de inmediato a su hijo y le dije que alcanzara a los
muchachos y no los dejara llegar que su mamá se estaba cambiando para salir
conmigo. Se imaginan el revuelo, el pobre niño corrió hasta la esquina para
alcanzar a mis hijos y todos se escondieron para que ella no los viera.
Por
fin nos fuimos, caminamos unas cuadras y me dijo “bueno, dime ahora cual es el
problema, dónde vamos y qué hay que hacer”. Me sonreí y le dije “Tranquila,
espera un momento, vamos a sentarnos aquí un rato, a bebernos una cerveza y
después te digo”. Entramos a una cafetería, pedí dos cervezas y nos sentamos.
Dijo “No sé qué te traes entre manos, pero tengo que terminar el almuerzo,
estoy estresada y además no he comido nada, así que sabes cómo me va a dejar
esta cerveza, ¿verdad?”. Sonriendo le dije “Mira, pide lo que quieras para que
comas algo porque aquí nos vamos a demorar un poquito”.
Quieren
que les confiese algo, Cary cada día me asombra a pesar de lo mucho que la
conozco (hasta por la forma en que me mira se lo que quiere o lo que está
pensando), sin embargo, confía en mí de una manera tan sosegada que no sólo me
desconcierta sino que me demuestra lo mucho que me quiere y eso que ella lo
dice a menudo porque no es como yo, que para eso soy bastante mala y casi
siempre me lo callo, no sólo con ella.
Lo
cierto es que allí se quedó conmigo, sin preguntar nada más, pidió unos
sándwich para cada una y nos tomamos la cerveza, conversamos, nos reímos
siempre con esa complicidad que nos caracteriza, pedimos dos cervezas más y me
dijo “Eres una cabrona, a pesar de todo lo que tengo encima mírame aquí
contigo, bebiendo, riéndome y para serte sincera mucho más tranquila”.
Estuvimos
ahí un poco más de una hora, entre risas y cervezas. Como no quería presionarla
mucho y calculando que ya todo debía de estar listo, le dije que nos íbamos. Ni
siquiera me preguntó nada. Se limito a decirme “Sí, vamos que no sé si mi mamá
habrá terminado el almuerzo y nuestros amigos se van en un par de horas”.
Como
era de esperar nuestros hijos y su hermana ya habían preparado todo y estaban
al acecho para cuando nos vieran de regreso a la casa. Cuando subimos se
encontró con todo el grupo gritando felicidades y una mesa adornada y preparada
con cake, bocaditos, ensalada, bebidas, dulces de varios tipos, etc.
Se
sorprendió y se alegró mucho, abrazó a todos con alegría y felicidad, realmente
no se lo esperaba. Los muchachos (los cuatro) la abrazaron y la besaron que
casi la tumban. Y ahí comenzó la celebración de su cumpleaños, que ella creía
que iba a pasar por alto.
La
hemos pasado muy bien, nos hemos divertido de lo lindo, y lo más importante
ella estaba feliz. Creo que logramos que pasar un feliz cumpleaños, quizás no
con todas las cosas que se merecía, pero por lo menos, buena voluntad y cariño
nos sobró. Creo que la complacimos en todo.
Ya
les conté el chisme, es hora de descansar, me voy a dormir que no me puedo
tener en pie.